Si se admite que con cualquier actitud que se adopte se le hace siempre el juego a alguien, lo importante es buscar por todos los medios hacer bien el propio juego, esto es, de vencer netamente.

Antonio Gramsci

lunes, 14 de septiembre de 2009

Reflexión en torno al ALAS

Advertencia inicial: Siempre me resulta importante hacer un comentario inicial ante los artículos que publico acá, y es que (aparte de ponerme el parche antes de la herida) me interesa que esto se lea sin ambiguedades de contexto. Esto lo escribo como comentario sobre el primer congreso de sociología al que he asistido, siendo yo estudiante de primer año.

Responder a la pregunta de ¿cómo estuvo el ALAS? o ¿qué tal el congreso? me ha dejado en mas de una ocasión algo descolocado. Y es que los contrastes de calidad de las ponencias, en los distintos espacios, para mí fue tal, que no me permite hacer una apreciación general del mismo. Sintéticamente: lo bueno estuvo bastante bueno y lo malo, muy malo.

En general, el congreso se dividía en las actividades de la mañana, los grupos de trabajo, y las actividades de la tarde, los foros, conferencias y demases. Sobre los primeros, me encontré con falencias tanto metodológicas como de contenido. Sobre la metodología, el principal problema era que se copaba el tiempo de la actividad con las ponencias de los expositores, lo que no permitía llevar a cabo un cuestionamiento o debate sobre el tema o trabajo tratado; las intervenciones se remitían solamente a preguntas o aclaraciones y aún cuando se hubiese utilizado una metodología que privilegiase la discusión, no creo tampoco que esta hubiese sido fructífera. Esto debido a que incluso en los momentos más propicios para la discusión -que sí los había-, se dilucidaba que no era ésta la intención de los asistentes, es más, los comentarios que se realizaban en la mayoría de los casos me permitían extrapolar que ésta era una práctica que no se acostumbra a realizar en los círculos académicos, las intervenciones carecían de toda intención polémica y algunas resultaban derechamente torpes o tímidas. Esta característica del trabajo académico también está presente en nuestro departamento de sociología y es, sin duda, una de los mecanismos más importantes que producen la precariedad o irrelevancia del conocimiento que producimos como institución.

Con respecto al contenido, algunos estudios se acotaban meramente a la descripción de su objeto de estudio, resultando así mucho más una forma de periodismo que una investigación social. Este vicio es observable nuevamente en casa, en las investigaciones que se nos hace llevar a cabo en el marco de los primeros cursos de metodologías de la investigación social - yo mismo me encuentro trabajando en un estudio de este carácter con el que en más de una ocasión no me he sentido satisfecho-. Volviendo al contenido de las ponencias, muchas utilizaban los conceptos y herramientas del marxismo en sus trabajos, siendo este un aspecto más o menos transversal y marcando un fuerte contraste respecto de la sociología con la que he tenido contacto en Chile; pero éstos eran utilizados con una superficialidad que calzaba bien con la mera intención descriptiva haciendo incluso injustificada la utilización de los mismos - uno se quedaba esperando una profundización en el análisis que nunca llegaba-. No se aventuraba a generalizar la utilización de alguna categoría o concepto, buscarle un matiz distinto, establecer una mirada crítica ante lo histórico concreto, nada. Tales conceptos se convertían en una "palabra" para dinamizar la exposición -descriptiva- de la materia. Sobre esto cabe hacer la particular mención a un académico que hacía una reflexión "teórica" sobre una cuestión del marxismo cuya conclusión era que las clases no se constituyen fuera del Estado para luego actuar e incidir en él, sino que se constituyen, también, dentro del Estado, en mutua determinación con él. Así este, y otros más, se remitían a "descubrir" una u otra de las tantas formas de expresión de la dialéctica en la realidad.

Otro problema respecto del contenido era que en los grupos de trabajo no se discutía en torno a ideas o a problemáticas en común -aunque a eso se aspirase con los nombres de los grupos- sino que se trataba de una seguidilla de exposiciones de trabajo individual, ensimismado y con ninguna ambición más allá de producir escrituras y, presumiblemente, currículum e indicadores (me viene una y otra vez a la cabeza un artículo sobre el ALAS que leí antes del congreso de los compas de Contrahegemonía en su boletín de Agosto). Abordar este punto me lleva a preguntarme si es que la estructura misma de los congresos solo posibilita este funcionamiento, en ese sentido, se trataría de algo siempre bien limitado.

Con respecto a las actividades de la tarde, donde habían muchas menos actividades paralelas y, por tanto,más filtro, mi experiencia fue también algo ambigua. Hubo ponencias de muy buena calidad, las conferencias sobre todo, a la vez que otras derechamente malas, como un foro de pedagogía crítica y otro sobre la reforma universitaria a los que asistí, por nombrar algunos. Las conferencias, en general fueron interesantes, el tiempo dado les permitía una profundización que se echa de menos en el resto de los espacios -en mi opinión sobrecargados-. Las temáticas tocadas en estas mismas hacen más clara aún la ruptura entre la sociología que me ha tocado ver en Chile y la que se desarrolla (o pretende desarrollar) en el resto de Latinoamérica.

Los foros también caían a veces en la sobrecarga de expositores, con lo que se mellaba la profundidad, aunque en general también fueron algo interesantes. Se formaba un tanto de debate, pero a veces se caía en la autocomplacencia y no se abordaban puntos más conflictivos ahí donde pudo haberse desarrollado alguna discusión. La metodología, problema de nuevo, apoyaba este vicio.

Un aspecto puntual que me sorprendió, fue la presentación de un académico Norteamericano y otro Alemán que llegaban, mesianicamente, a hablarle a Latinoamérica del marxismo. Sus desarrollos no pasaban de pinceladas, cuestiones básicas y conclusiones ya archiconocidas del siglo pasado, especialmente en las décadas de los 60 y 70.

A modo de conclusión
podría decir que me voy algo decepcionado del ALAS 2009, pero tal vez también sobre el formato “congreso” en general. Su forma se parece mucho más a una "galería de ponencias" o producciones académicas, que parece más un ritual académico que una instancia de la que se espera sacar algo concreto. Aunque también pudiese pensarse que tomé malas desiciones al elegir mis actividades y temas...me queda la duda.

Con todo, esta experiencia me hace volver a las reflexiones sobre la relevancia de lo que estoy estudiando y si la sociología tiene que quedarse en lo "interesante" de la miríada de temas y enfoques que actualmente se desarrollan o si debe explicitar una orientación político-académica y desarrollar un conocimiento menos ensimismado, más colectivo e insertado en la sociedad. Con todo, esta experiencia me hace remontarme a un viejo dilema del sociólogo: ¿para quién o para qué hacemos sociología?

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